Carta a Margallo. #GameOverInsertVote

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Estimado, o no, Margallo:

No hay nada más traicionero que el subconsciente. A veces, lo que está por debajo de la conciencia aflora como la porquería que se ha ocultado bajo la alfombra por la pereza de buscar un recogedor y emplazarla en su lugar: el cubo de la basura, con los demás detritos que perdieron su sentido y función. Y es que lleváis adheridas en el subconsciente esas credenciales de posesión que os hacen veros a vosotros como una metrópolis y a los catalanes como los habitantes de una colonia. Yo no me siento parte de una colonia. De hecho, no siento que me pertenezca nada más que los pocos metros cuadrados que estoy pagando a través de un préstamo hipotecario. No siento que Catalunya forme parte de mis posesiones y, mucho menos, España. Nadie pertenece a nadie.

Me parecería fenomenal que los murcianos o los andaluces quisiesen formar un estado propio si ésa es su voluntad. ¿Quién soy yo para juzgar el modelo de estado en el que quieren vivir, o las fronteras que quieran establecer, o cómo es su patria emocional, especialmente si se edifica sobre valores democráticos y de respeto a los derechos humanos? Eso es algo que no entenderéis jamás. Porque convertís los territorios y a las personas en posesiones que forman parte de una cierta idea de sociedad que excluye la discrepancia. Y así es imposible. No hay nada que negociar partiendo de esa base.

Yo me siento parte de una parte de una sociedad que quiere ser, que necesita ser, que cree haber alcanzado la fuerza necesaria para emanciparse de un proyecto fallido. Resta ver cómo es de grande esa parte de la sociedad de la que me considero, a su vez, parte. Pero no nos habéis dejado. Y, no sólo eso, nos habéis ninguneado, amenazado, privado de voz. También nos habéis mentido. Nos habéis echado encima todo tipo de plagas bíblicas bajo la estrategia del miedo, como si fuésemos niños que rompen a llorar bajo la amenaza del hombre del saco. La empatía ha brillado por su ausencia. El diálogo se ha hecho silencio agresivo. No nos queréis fuera, pero tampoco nos queréis dentro. Ha quedado demostrado una y mil veces. Y, si nos hemos quejado, entonces habéis acudido al tópico: los catalanes nos aferramos al victimismo.

Algo se ha roto. No ahora, hace años. Y vosotros, los autoelegidos “populares”, sois los principales responsables. Aquellos que habéis negado la diversidad hasta en las matrículas de los coches, que habéis renunciado a los votos en Catalunya para maximizar un éxito electoral en otras geografías empleando el discurso del enfrentamiento, que habéis insultado la inteligencia colectiva con vuestras demagógicas muestras de afecto y que os habéis negado, una y otra vez, a equilibrar las fuerzas de Madrid y Barcelona en la construcción de un país necesitado de sinergias que habéis dinamitado.

¿Habéis pensado alguna vez en qué le habéis ofrecido a los niños catalanes que, dentro de unos años, serán los conductores de la sociedad? Si despejáis de la ecuación los viejos mantras de que la escuela y TV3 adoctrinan, ¿cuál es el valor que habéis aportado para que crean en el estado español, para que quieran seguir formando parte de esa sociedad que, en muchos casos, ni siquiera comprende que su lengua materna pueda ser el catalán? Estaría encantado de poder creer en un futuro juntos y defender ideas en común. Pero ya no. Ya no.

Votaré independencia porque tengo el depósito lleno de ilusión. Porque prefiero la incertidumbre de un proyecto por construir que la certeza de un fracaso y porque en un lado hay sonrisas y, en el otro, caras amargadas y adultos desorientados. Para mí se acabó. Game over. Insert vote.

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