Las naciones existen y España es chiste

Estimado, o no:

Debo advertirte que me gusta escribir. Además, soy profesor. Lo sé, nadie nos aplaudirá desde los balcones, pero hay actividades más nocivas, como esnifar sal de frutas y tener mocos efervescentes. Voy a intentar explicarte el concepto de Estado-nación, un concepto bastante reciente, aunque no tanto como el bautizo de Jordi Hurtado.

Resulta que si analizas la Historia de la humanidad (o quizás sería más correcto hablar de la historia de la “deshumanidad”), durante muchos siglos se produjo una dialéctica entre imperio (algo chungo, autoritario e ingobernable) y la ciudad-Estado (muchas veces en forma de república). Hasta hace poco, los mapas se dibujaban teniendo en cuenta la acción de unos imperios con más hambre de territorio que la que tiene Triki en una fábrica de galletas, frente al deseo de supervivencia de las pequeñas potencias. Los siglos XIX y XX vieron desaparecer los imperios (excepto el de George Lucas). La descolonización fue un efecto al hecho de que una serie de comunidades estuvieran hasta las pelotas, entre otras cosas, de que se expoliaran sus recursos naturales. Y así, los imperios se fueron desinflando como la libido del campechano (aunque de esto no estoy muy seguro). Al final, el mundo geopolítico está constituido casi exclusivamente por Estados nacionales, es decir un tipo de organismo político territorialmente íntegro que se sitúa de algún modo entre la ciudad-Estado y el Imperio. ¿Y por qué el mundo tiene fronteras? Podría resumirse diciendo que las fronteras se han ido configurando a través de negociaciones, sexo entre reyes y reinas, así como guerras de casi todos contra casi todos (al menos en Europa). ¿Y qué es el Estado-Nación? Un concepto incorrecto. Especialmente si tenemos en cuenta que hay naciones sin Estado, Estados con una identidad nacional escasa y otros con diferentes identidades nacionales. Porque eso de la nación (como ya te comenté en otro post) es algo etéreo. Aunque también el concepto de Estado es algo etéreo. Tanto la nación como el Estado son constructos sociales, no nacieron en el Big Bang, son inventos humanos, como el satisfyer o los putos patinetes eléctricos. Las leyes son un constructo humano. Ni siquiera el Código Hammurabi llegó a la Tierra en forma de meteorito para gozo y disfrute de los visitantes del Louvre. Para ser un Estado debes tener un territorio, personitas que vivan dentro, un ordenamiento jurídico y que los demás Estados te reconozcan (o incluso, que jueguen a fútbol contigo sin que te reconozcan. Hola, Kosovo). Lo que sucede es que la Historia ha demostrado que cuando tienes misiles y buena puntería es más fácil convencer a otros Estados de que tú eres un Estado. La geopolítica es como el patio de un colegio. Cuando hay dos niños que se dan de hostias, puedes ponerte a mirar o puedes intentar separarlos. Pero si uno de ellos es el primo de Zumosol, a los otros niños les cuesta intervenir. Claro, por otra parte, está la democracia. ¡Oh, la Unión Europea! ¡Democracias plenas! Sí, ya, pero no hablemos de los Balcanes o de las políticas de inmigración.

En resumen, es sobre todo a partir del siglo XIX cuando emergen con toda fuerza las conciencias nacionales. A los campesinos feudales lo que les importaba era poder vivir sin que su señor feudal les tocara los cataplines demasiado. La prueba es que no les montaban desfiles militares con cabras disfrazadas para tener conciencia nacional. Y es que, si hubiesen tirado a paracaidistas contra farolas, habrían flipado bastante por el uso de los aviones (y por el de las farolas, claro). 

La nación suele preceder al Estado. La identidad nacional suele ser la antesala de un deseo de autogobierno y de soberanía. Y es que si los fans de Kiko Rivera deciden constituirse como Estado, es probable que tengan el mismo éxito que su música. Otra cosa es expresarse en las calles durante once años con manifestaciones de millones de personas que responden a un deseo atávico de autogobierno. Lo único que crea un producto y después una identidad de pertenencia a un colectivo es el capitalismo. ¡Hola, youtubers! ¡Hola, bloggers! ¡Hola, Amazoners! ¡Hola, seguidores de la república independiente del Blog Societat Anónima! ¿Soy un producto del capitalismo? Ya estoy deprimido. 

Por cierto, Gandhi es considerado como el “padre de la NACIÓN india”. Si no estás de acuerdo, lo puedes discutir con su biógrafo.

Y ya que estamos con Gandhi, voy a acabar con una frase suya que va muy bien para el país de la tauromaquia.

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