SOY UN CATALÁN DE MAL @Roke029

Estimado, o no:

Soy un catalán de mal. Soy un catalán al que no le gustan las injusticias y que intenta conseguir cada vez más parcelas de libertad en su pensamiento, adoptando un espíritu crítico, buscando información y acumulando años de experiencia como catalán. En resumen, lo que Cañita Brava etiquetaría como “borchenoso”. Y es que supongo que, en tu marco mental, un “catalán de bien” es alguien que no cuestiona el statu quo, que prescinde de determinadas informaciones que puedan poner en tela de juicio sus preconcepciones o que tanto le da lo mismo, como lo mismo le da. 

También catalán de bien debe ser aquel catalán sumiso, con habilidad para guardar silencio cuando un jugador del Córdoba se caga en todos sus muertos o capaz de ver las injusticias que se puedan cometer contra Catalunya como pequeños efectos ópticos, que si cierras los ojos y pides un deseo a las estrellas, desaparecen. 

Un catalán de bien se calla ante el déficit fiscal atávico o ve los retrasos de Rodalies como una manera de hacer amigos en el andén. A un catalán de bien le da igual que el Corredor Mediterráneo pase por Madrid, que la Fundación Colección Thyssen Bornemisza dispusiera en 2022 de 18,6 millones en subvenciones del Estado y el MNAC solo 2,2 millones. Y se calla ante la inversión pública en 2022 de 98 millones de euros para el Museo del Prado y el Centro de Arte Reina Sofía. 

Al catalán de bien no le extraña que el Instituto Cervantes incrementara su presupuesto global para 2023 en 6,4 millones de euros –hasta los 167,5 millones–, para promocionar la supermegalengua que habla medio mundo mundial. Para que no se diga, también ofrecen cursos de catalán, gallego y euskera. ¡Oh, gracias! Qué buenos son, que nos llevan de excursión. Eso sí, los 167,5 millones no les dan para incluir una versión de su página web en una de esas lenguas malditas, “borchenosas”, que quieren romper la unidad de España y hacer que desaparezca el castellano. Pobrecito mío, cómo sufre la lengua de Cervantes cada vez que en Catalunya pides un “cafè amb gel” y el camarero te trae un café con leche. 

Es muy fácil ser catalán de bien. Con quedarte calladito, mirando las baldosas del suelo, ya está todo resuelto. Con imaginar que el campechano está de Erasmus en Abu Dhabi, los partidos políticos son ONG’s, el imperio español fue la primera franquicia global (ríete de Starbucks) y es perfectamente normal que reine el hijo del colega que está de Erasmus y al que fue Franco el que le dio trabajo, todo resuelto. ¿Para qué imaginar una sociedad mejor si España puede ganar la Eurocopa?

Un catalán de bien no molesta, ni siquiera arrastrando la “l”, no vaya a ser que los que en Madrid dicen “chuvia” se ofendan.  Un catalán de bien se hace perdonar en Madrid para que alguien, en un arranque de simpatía castiza, le diga: “no pareces catalán”. Un catalán de bien aplaude con las orejas que Villaboina de abajo tenga una estación del AVE, aunque no se baje ni el cuñado del que cobró comisiones por hacerla. Un catalán de bien acepta sin rechistar que le digan que el ”pà amb tomaquet” lo inventaron los murcianos, que Catalunya es Marruecos (aunque la política de inmigración sea potestad del Estado), que Catalunya es la Comunidad Autónoma más corrupta (aunque lo sea Madrid, y por mucho), que el catalán lo hablan cuatro gatos (aunque tenga más hablantes que el danés, el noruego, el croata, el finés o el islandés) y que Pujol es un ladrón (aunque ningún juez ESPAÑOL lo haya metido en la cárcel. Y lo mismo con el que está de Erasmus).

En fin… Espero ser catalán de mal muchos años. Espero que el himno español me siga resultando tan ajeno como el de Chochojistán (no existe, pero estoy seguro de que te gustaría ir). Espero que los símbolos patrios no alteren una identidad elegida por mí, no por el Telediario de la 1. Espero seguir sorprendiéndome por lo que aprendo cada día, por lo que olvido y vuelvo a recordar, por la experiencia tan surrealista de hacer frente cada día al conformismo más castrador y que eso sea visto como algo negativo por tipos como tú. 

En todo caso, invito a otras personas a ser catalanes de mal. El que escribe este blog lo seguirá siendo. 

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