MUNDOS PARA LELOS

Estimado, o no:

Tengo por costumbre leer una sola vez un texto para comprenderlo. A esta regla que me impongo a mí mismo añado tres excepciones: los componentes de un medicamento, las pintadas que los borrachos dejan en la puerta de los lavabos y los comentarios en las redes sociales que nos regalan aquellos que vivís en mundos para lelos. 

Existe un viejo hábito entre sus habitantes: verter palabras en la pantalla, como quien orina de pie practicando zumba al mismo tiempo. Así, las palabras reposan en su lecho luminoso sin una triste coma que permita separar ideas o deje un segundo de respiro al lector. Ya sé que los signos de puntuación no suelen ser amigos de quienes han dedicado su tiempo a alejar su mirada de los libros, igual que hacen los que ven a un zombie en The walking dead. Sin embargo, los puntos y las comas son tan eficaces como lo son las rayas para los de las pupilas dilatadas.

De tu texto me llaman la atención palabras como “idependizada”, “hos”, “ecepto” o “pararelo”. Y es que he sentido el aliento en el cogote de mi corrector del Word cuando las he escrito. Creo que ha optado por declararse en rebeldía, ya que he escrito “me vi a comé una concreta de poyo” y no se ha dignado a señalarme el texto en rojo. 

En una cosa sí que estoy de acuerdo contigo, Amancio. La cantidad de gente majareta empieza a ser insostenible. Nos acercamos al fin de la literatura tal como la habíamos concebido. Si los mundos para lelos triunfan en las redes sociales, leer se va a convertir en un ejercicio de riesgo solo al alcance de los más valientes. A este paso, deberemos comunicarnos por gruñidos y, aun así, habrá quien gruñirá con faltas de ortografía. 

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