LA POSIBILIDAD DE UNA ISLA

Estimado, o no:

Vaya por delante que creo has confundido el catalán y el gallego con un cunnilingus en Chernobyl. Vigila dónde metes la lengua, no vaya a ser que te quedes sin su valor, como le sucede a España cada año en Eurovisión cuando se empeña en cantar en castellano. 

Pero vamos a centrarnos en tu tuit. Llámalo tuit, vómito, fluido intestinal aromático… Desconozco cómo son los supremacistas lingüísticos en otros lugares del planeta Tierra. Siendo consciente de que existen unas 6000 lenguas y solo 198 Estados, es lógico pensar que la cantidad de inútiles motivados debe ser muy superior a la de útiles desmotivados. Gente que se viene arriba basándose en el tamaño de su apéndice genital, de sus bíceps o de su lengua, siempre ha existido. Y es que, antes de que apareciesen las redes sociales, los comentarios de inútiles motivados se circunscribían a los bares y a los puticlubs con luces rojas y whisky Dyc. Ahora, sin embargo, cualquier mindundi con alma de cómico frustrado y aliento con olor a morcilla de cebolla, se siente capaz de escribir tuits tan execrables como el tuyo. El siglo XXI ha dado altavoces a la estupidez y sordina a la inteligencia. Uno llega a pensar que el ser humano sigue con su tendencia a autodestruirse para que, por fin, el resto de los animales pueda vivir en paz, sin delincuentes, expats, Villarejos y cercanías de Renfe. Quizás nos merecemos un meterorito en plena jeta de la Cibeles, antes de que José Manuel Soto amenace con otro disco o tus padres con tener otro hijo.

Pero vamos al asunto psicológico. ANALicemos tu literatura. ¿Por qué has escrito este tuit? Que está redactado desde la rabia y la impotencia está claro. Que careces de cualquier evidencia de inteligencia emocional, también es un hecho manifiesto. Que tu utilidad económica, cultural, intelectual y social no se hace presente cada vez que te despiertas, resulta irrefutable. ¿Por qué lo has escrito, entonces? Porque no estás solo en este ejercicio de odio cultural. Sois muchos los que habéis elegido la vía del desprecio cainita y buscáis compartir likes. Y digo cainita porque, si os empeñáis en llamarnos españoles, también lo deben ser nuestras lenguas. A no ser, claro, que no nos consideréis españoles. 

La Navaja de Ockham es un principio filosófico que sugiere que, cuando se tienen varias explicaciones posibles para un fenómeno, la explicación más simple es generalmente la correcta. Por lo tanto, mi diagnóstico ante tu actitud no puede ser más claro: eres hispanófobo. Odias a España. Odias su diversidad. Odias su cultura. Odias cualquier elemento que no pertenezca al patrón, al modelo ideológico que te han inoculado desde pequeño. Un modelo extraño, basado en un sincretismo cultural que introduce o deja fuera de un imaginario Museo de lo español a determinadas manifestaciones culturales, dependiendo de dónde vengan. De esta forma, cualquier manifestación cultural relacionada con el castellano parece netamente española, pero cuando estas manifestaciones se realizan en catalán, gallego o en euskera, se abre la caja de Pandora.

¿Sería pedir mucho que nos aclaréis qué cojones es España para vosotros? ¿Qué es? Dejádnoslo claro de una vez. Dejad claro si somos o no españoles. Y es que venimos en un pack, con nuestra lengua y nuestra identidad nacional. Y si no os gusta, si nos huelen los pies, si somos ruidosos, si os molesta no entendernos cuando hablamos entre nosotros en nuestra lengua, quizás solo deberíamos compartir la península, hasta que encontremos la posibilidad de ser una isla y que tengáis que venir en barco para quejaros de que hay rótulos que no están escritos en castellano. 

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