JILIYUPIS

Estimada, o no:

Estoy disfrutando la magnífica serie de HBO The last of us. Por hacerte un resumen, trata de unos hongos que sientan peor que una ensaladilla rusa en un bar de una estación de RENFE. Y aunque no es una serie que hable de la transición española, aparecen muchos zombies. Te la recomiendo para que veas el daño que pueden hacer unos tipos a los que se les ha podrido el cerebro. De hecho, entrar a Twitter puede convertirse en una experiencia parecida a ver The last of us. Comparte además el hecho de que es una red social llena de defectos especiales. 

A mí tu tuit me ha ofendido. Pero no tanto por el contenido y su olor a cebolla regurgitada, sino por los atentados cometidos contra la lengua del campechano (perdón, mal ejemplo. Hablar de la lengua del campechano puede ser un asunto… húmedo). Debo decirte que, a pesar de que en los últimos años hay personas muy obsesionadas con la tarea de convertir el castellano en una lengua supremacista, creo que es un buen instrumento de comunicación. Otra cosa es que su utilice para hacer reggaetón, pero este dialecto del latín no tiene ninguna culpa. Y es que también es útil para que Neruda escribiese:

Para mi corazón basta tu pecho,

para tu libertad bastan mis alas.

Desde mi boca llegará hasta el cielo

lo que estaba dormido sobre tu alma.

En consecuencia, la lengua castellana, pobrecita, no tiene ninguna culpa. Te diría que la hemos de proteger escribiéndola correctamente. Sin embargo, ya hay muchas personas que la protegen atacando a otras lenguas (por cierto, la lengua que hablan los vascos no se llama Euskadi). Proteger una lengua atacando a otras de menor número de hablantes debe ser un reflejo inconsciente de su necesidad de ser alguien en el mundo a través de la existencia de enemigos. En su paranoia llegan a ver a las lenguas como enemigas que acabarán con su modo de vida. En fin… Por este motivo creo que el castellano se autoprotege. Te animo entonces a que escribas muchos tuits en los que aparezcan palabras como “sullo” o “acmiten”. Quiero ver tuits repletos de cocretas, amotos, arradios, haigas, pórrogas y azanorias. Quiero disfrutar de la visión de un ejército de zombies lingüísticos escribiendo “basílica balear” en vez de “vesícula biliar”, tildando palabras en modo aleatorio y expresando sorpresa con un “si lo fuésemos sabío, lo fuésemos echo”. Destrozad el castellano. Ajusticiadlo con subjuntivos mal utilizados, cambiad la b por la v (cavrones, vurros) y la v por la b (bibidores, bagos), sed laístas o loístas, escribid “hay” cuando gritáis y “valla” cuando habléis de una decepción y, sobre todo, usad el verbo “haber” en vez de la expresión “a ver”. Intentad que os veamos como unos auténticos “jiluyupis”. A ver si me hacéis caso. 

Quién sabe, quizás dentro de unos años HBO España ruede una serie que se llame “Los últimos de nosotros”, en la que un filólogo acompañado de una niña intente encontrar un lugar en este país en el que nadie escriba “sullo” o “acmiten”, mientras zombies lingüísticos acechen en la oscuridad escribiendo tuits que digan: “¡coño ya con las zetas! Pos no me comí un ongo y me sentó comol culo y ahora paresco el Froilan a las siete de la mañana serrando una discoteca”.