
Estimado, o no:
¡Qué turra! ¡Qué cansancio! ¡Qué agotamiento mental supone tener unos vecinos como vosotros! Cuanto más conozco la psicología del nacionalista español, más agotado me siento de seguir dando vueltas en el planeta con vosotros. ¡Qué cosa más cansina! ¡Cuántas neurosis colectivas concentradas en un solo Estado! ¡Cuánta necesidad de hacer un reset tiene una gran parte de la sociedad española! Y no me extraña. Coges cualquier libro escolar de la Historia de esta monarquía bananera y en la mayor parte de los capítulos hay sangre de guerras contra todo lo que se mueve y el esperma de uniones dinásticas en intercambios de sexo por territorio e influencia. ¡Qué cruz! Hay otros modelos de Estado, otras maneras de relacionarse, otros modos de ser alguien en el mundo. No lo digo yo. Lo dicen los cientos de pensadores y pensadoras que han ido comprendiendo la complejidad del ser humano y proponiendo nuevas maneras de vivir sin pensar que los demás nos pertenecen.
No sé si os habéis puesto delante de un espejo alguna vez. Francis Ford Coppola dijo que somos peces atrapados en una pecera y que el tiempo permite alejarte y contemplar la realidad tal como es la pecera en su conjunto. Lo que está claro es que un pez no sabe lo que es el agua porque nunca lo ha contrastado con el aire. Jamás su marco mental de pez ha estado fuera de su medio. Yo soy un pez que decidió aprender a respirar y que tuvo que reinterpretar todo lo que leyó en esos libros de Historia que jamás me explicaron que Hernán Cortés fue un genocida; Carlos II, un incapaz intelectual con demasiado poder; Felipe V, un psicópata o Isabel II una ninfómana que se trincaba todo lo que tenía pene. Crecí con una historia de España edulcorada, tamizada por el orgullo patrio y conscientemente manipulada. Otros peces seguís viviendo en un estado de permanente endogamia, alimentados por un pasado que ya no existe, unas nostalgias enfermizas y la plena incapacidad de entender el siglo XXI si no es pensando en conquistas, ejércitos o psicosis varias.
Aceptad el rechazo. En serio. Aceptad que hay personas que soñamos con otro futuro. Asumid que no os queremos dar mimitos todo el puñetero día. Vivid sin esa necesidad de que os digamos lo estupendos que sois por vuestra nacionalidad. Dejad de mirar el DNI como quien mira una cerveza cuando estás sediento. Que solo es un trozo de plástico. Empezad a pensar en otras cosas: ¿qué será de Europa dentro de treinta años o menos? ¿Cuáles serán las nuevas potencias? ¿Caminamos a un nuevo mundo de grandes metrópolis y despoblación del mundo rural? ¿Cómo afectará eso a la geopolítica? ¿Volverán las ciudades Estado? ¿De qué manera se está desequilibrando el poder? ¿Está el poder económico adelantando por todos los lados al poder político pervirtiendo así los valores de la democracia? ¿Hasta cuándo se perpetuarán las estructuras franquistas en España en una transición mal hecha? ¿Hasta cuándo se permitirá la corrupción en España? ¿Hasta cuándo podréis soportar tener una parte muy importante de la sociedad catalana desconectada de un Estado que la ha expulsado a base de represión, lawfare y hostias? Son solo unas cuántas preguntas, pero hay muchas más. Reset, campeón. Reset. A mí me da igual si Catalunya ha sido o no un Estado, las uniones dinásticas de la Edad Media, los polvos de Isabel y Fernando o si Franco era monohuevo. Me da igual. Yo lo que quiero es poder aterrizar en un siglo XXI lleno de incógnitas y que mi sociedad, la catalana, pueda dar respuestas. Lo que decidáis vosotros me da igual, siempre que no firméis nada por mí.
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