
Estimado, o no:
Hasta ahora había oído hablar de la leche pasteurizada, el café descafeinado o el agua oxigenada. Sin embargo, es la primera vez que aparece ante mi presencia el concepto de “personas hispanizadas”. Espero, en todo caso, que la hispanización de una persona no incluya su ebullición a alta temperatura o su remojo en cloruro de metileno para extraerle la cafeína. Si me dejas elegir, prefiero una oxigenación. Al menos, así respirarán mejor y, si es en el pelo, parecerán Neymar.
Queda claro, eso sí, que alcanzar la categoría de “persona hispanizada” requiere algún tipo de proceso. Uno no llega a la hispanización de manera espontánea. Debe existir una serie de técnicas y actividades que permitan poder decirte a ti mismo un día “estoy hispanizado”.
La intuición me dice que el catalizador de un proceso de hispanización debe ser la exposición a lo que se supone que es la hispanidad. Por ejemplo, antes de la llegada de los conquistadores castellanos a América, sospecho que sus indígenas no estaban “hispanizados”. Algo debió suceder para que abandonaran su “hispanización” para acabar “hispanizados”. Quizás Hernán Cortés and Friends fueron muy simpáticos, les llevaron carnets VIP’s para el palco del Bernabéu o les prometieron tomar un Frappuccino en el Starbucks que había delante de la fuente de Neptuno en la capital del imperio (los anacronismos son bromitas). Quizás. Aunque siempre he pensado que se trató más de un “o te hispanizas, o te meto pólvora por tu culo indígena”.
Llegamos al meollo de la cuestión: ¿qué significa estar hispanizado? ¿Hay algún proceso de lavado de cabeza con electrodos mientras suena Doña Francisquita? ¿El doctor Bertín Osbornenstein implanta algún chip en el cerebro con un software que asegura una hispanización eficiente e indolora? He visto que se tiran a paracaidistas que acaban abrazando farolas gracias al viento y a la enorme bandera española que llevan atada. He visto pasear a cabras delante del rey. He visto a gente jurar bandera. E incluso, he visto a gente besando la mano del rey mientras practican una dócil genuflexión. ¿En eso consiste la hispanización de las personas? Me imagino que hablar castellano tan bien como la Reina Sofía debe ser una conditio sine qua nonpara considerarte una “persona hispanizada”. ¿Ser socio del Real Madrid suma puntos? ¿Llevar una pulsera rojigualda suma puntos? ¿Ponerte la bandera española en el perfil de Twitter suma puntos? ¿Decir que el catalán es un dialecto suma puntos?
Por favor, necesito respuestas. Quiero saber si soy una “persona hispanizada”. Y en caso de serlo, qué debo hacer para deshispanizarme. De momento, el 12 de octubre no me pone palote y el rey me cae mal. Pero supongo que lo mismo pensó el pobre indígena americano que vio actuar a los Hernán Cortés and Friends en su America’s tour y después se quedó sin curro y sin tierras, para acabar contagiado con la viruela que trajeron los colonos.
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