
Estimado, o no:
Detecto graves falta de ortografía en el Congreso Español de Tuiteros Educados Delante del Colegio. Y no solo eso, me dejas en fuera de juego cuando hablas del “Castellano Español”. ¿Hay otro castellano? Dime que no porque no soportaría a castellanos armenios, castellanos eritreos o castellanos azerbaiyanos dando por saco con lo del castellano. Bastantes chupabotijos con la boina enroscada hasta las orejas sufrimos en Twitter, como para tener que leer a un castellano laosiano diciendo que el “español es la segunda lengua más utilizada del mundo”. A lo que yo añadiría: después de la del campechano, claro.
Sois muy cansinos. Actuáis como el típico macho alfa con aspecto de trípode que pasea desnudo por el gimnasio mientras su miembro dibuja una línea en el suelo. Que sí, que ya sabemos que podría dormir de pie, pero tampoco hace falta que presuma tanto. “Lo que importa no es dónde llegas, sino el viaje en sí mismo”, dijo un eyaculador precoz.
Yo sé hablar, escribir, entiendo y leo castellano. Pero no me siento importante por ello. No me miro en el espejo cada día y pienso “joder, soy la hostia. Hablo castellano”. Me miraría en el espejo con cierta satisfacción si pensara: “joder, soy la hostia. Hablo quenya e indarín”. ¿Por qué? Porque podría hablar con los elfos. Me encantaría enviar un WhatsApp a Galadriel, hija de Finarfin y Eärwen y preguntarle sobre la marca de champú que usa. Eso sí que sería brutal. Y no estoy diciendo que el castellano no sea útil. Lo es. Por ejemplo, leo esta canción de Rosalía y la entiendo perfectamente.
Y ando despechá’, oah, alocá.’
Bajé con un flow nuevo que deja al baby hackeá’.
Lo muevo de la’o a la’o, y a otro la’o.
Hoy salgo con mi baby de la disco coroná’.
Lo sé, quizás no sea un buen ejemplo. Sin embargo, aunque el castellano no se hable en Europa más que en España y Andorra, sé que puedo irme a Sudamérica (que está a media hora en coche) y todo el mundo me entenderá. Es probable que nadie me comprenda en muchas partes de EEUU, Canadá, Oceanía, África o Asia, pero el placer de entender a Rosalía es maravilloso:
Pa’ ti, naki, chicken teriyaki
Tu gata quiere maki, mi gata en Kawasaki.
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