
Estimado, o no:
¿Me estás diciendo que si hablamos a los periodistas españoles en catalán, se largarán de Catalunya y dejarán de inventar historias, de demonizar a los catalanes, de estereotiparnos y tendrán más tiempo libre para hablar de la corrupción sistémica en España, de qué hace el Borbón en Abu Dhabi e investigarán el porqué se ha hecho millonaria una periodista llamada Letizia sin ser youtuber? ¿Me estás diciendo que si nos dirigimos a vosotros en catalán nos dejaréis en paz de una vez y os concentraréis en vuestros problemas, que no son pocos? ¿Es eso? COLLONS! HAVER-HO DIT ABANS! Ens hauríem estalviat manifestacions, exilis i gent a la presó. Però ho heu de fer demà mateix. Què dic, demà? Avui! Quan t’arribi aquest text, t’aixeques i te’n vas. És més, et puc facilitar una llista d’on són les delegacions i subdelegacions del govern, les d’Hisenda, els aquarteraments de la Guardia Civil i de l’Exèrcit o les comissaries de la Policía Nacional. I res, si us parlem en català, us aixequeu de la cadira, desmunteu el xiringuito i cap a la Diagonal fins arribar a Villaboina de Abajo. I quan siguem només veïns, ens critiqueu si no teniu res més a fer, però no ficareu el vostre nas en el nostre sistema educatiu, ni la mà en els nostres ingressos. Vinga, nen, marxant que és gerundi. Un, dos, un, dos…
És que… de debò… no puc sinó descollonar-me amb vosaltres. En quin estrany nanosegon has pensat que ens pot ofendre que un periodista espanyol marxi perquè ve a treballar a Catalunya i no li surt de la pebrotera subtitular a un polític català? Però si el que proposes és un somni! Fora gent tòxica de la nostra societat! Fora ja! Foteu el camp! Però si als espanyols us han fet fora de més territoris que a Sergio Ramos de camps de futbol (18 targetes vermelles a la Liga, per cert). Puente de plata, campeón. Puente de plata.
Y ahora paso al castellano para facilitar la tarea a aquellas personas abiertas de mente que quieran apuntarse a las reflexiones de un catalán (o, al menos, que quieran tener un punto de vista diferente al de Ana Rosa Quintana).
Creo que el Estado español tiene un grave problema: no sabe qué es, ni sabe qué quiere ser. No tiene más proyecto de país que la imposición. Sin pactos, sin consensos y sin empatía. Su Historia no le ha ayudado. Y es que siempre he pensado que si Colón hubiese chocado contra un iceberg como hizo el Titanic, todo habría sido más fácil. Habría invadido los Países Bajos, le habrían echado en el siglo XVII y poca cosa más. Al fin y al cabo, el mapa de Europa ha sido de todo menos estable. No se habría librado de tener una larga lista de monarcas tarados (léase Felipe IV, Felipe V, Carlos II, etc.) pero no haber sido un imperio habría introducido en el inconsciente colectivo de los españoles cierta humildad. Nadie hablaría de los 500 millones de hablantes del castellano y éste estaría al mismo nivel que el italiano o el alemán. Pero no, el imbécil de Colón llegó vivo a América y después una colección de sádicos genocidas se dedicó a meter con pólvora y sangre una lengua y una religión a unos indígenas que vivían muy tranquilos con su cultura. Pero en el marco mental generado por el síndrome de estrés postimperio que padece un importante contingente de la población española, hay un problema. Resulta que existen otras lenguas, además del castellano. ¿Y ahora qué? ¿Las integramos, las protegemos y les damos todo el afecto porque forman parte de un patrimonio común o, por el contrario, las minorizamos y soltamos eso de que la “lengua común” es el castellano, que es como decir que tu lengua no sirve de nada? Una sociedad inteligente y sensible habría optado por la primera opción pero, ¿cuál es la realidad? Pensemos en unos cuantos hechos:
- Ningún político puede hablar en una lengua que no sea el castellano en la tribuna del Congreso.
- Solo se han enviado a Eurovisión canciones en castellano (eso sí, en ocasiones con algún que otro Europe’s living a celebration).
- El Instituto Cervantes (pagado por todos los españoles) ha ejercido una ultraprotección al castellano obviando atávicamente al resto de lenguas.
- No se ha creado ni una sola categoría en los Goya para premiar películas rodadas en lenguas que no sean en castellano con la idea de promocionar la diversidad lingüística.
- Los grupos de música catalanes, vascos o gallegos que cantan en catalán, euskera o gallego han sido invisibilizados en todos los programas musicales realizados por las televisiones españolas. Eso sí, se nos metió hasta en la sopa la movida madrileña de los 80 dejando fuera del relato de la modernidad escenas musicales underground tan potentes como la vasca o la catalana.
- Los medios de comunicación españoles siempre exigen una declaración en castellano a políticos procedentes de territorios bilingües. ¿Por qué? Está claro, ¿no? Es un statement político en toda regla. Se pretende evitar que un espectador de Quintanilla de Onésimo pueda visualizar que hay otras realidades lingüísticas. Así se crea un relato: la única lengua válida es el castellano. El resto constituye una realidad étnica, folclórica y, en consecuencia, despreciable de la ecuación.
- Y acabo con algo anecdótico (que no tiene que ver directamente con la lengua pero que sí forma parte del marco mental que genera el relato único). ¿Por qué siempre, absolutamente siempre, se han retransmitido las campanadas de fin de año desde la Puerta del Sol? ¿No hay relojes en otras ciudades? ¿No comen uvas los vascos, los extremeños, los valencianos o los catalanes? Pues ése es otro statement político. Todo reino tiene una capital. El resto es periferia. Capitalismo castizo, España radial y relato oficial. Olé.
Y entonces yo me pregunto: ¿no nos dicen que Catalunya es España? Si es así, ¿no se deben volcar muchas más energías en proteger un patrimonio común como el catalán? ¿O es que quizás no es tan común? ¿El gazpacho es común pero la crema catalana, no? ¿El castellano es común pero el catalán, no solo no es común, sino que supone una amenaza ya que resta espacio al castellano, pobrecito de él, que desaparecerá del mundo por culpa de los catalanes? ¿Qué aporta España a Catalunya si siempre el establishment de políticos y periodistas ofendiditos pone en tela de juicio todo aquello que ofrezca cierta idea de protección al patrimonio cultural catalán, ya sea en la escuela, en los espacios públicos o en las ruedas de prensa? ¿Me sale a cuenta como catalán ser español? ¿En qué? En un mundo globalizado económicamente y culturalmente, quiero saber qué me aporta. Porque si es que un periodista español debe abandonar una rueda de prensa porque un político catalán hable en su lengua materna, quizás no me conviene tanto.
A mí lo que me gustaría es ver a un grupo de periodistas abandonar una rueda de prensa en el Parlamento europeo porque el eurodiputado de turno no habla en castellano. Adelante. Hacedlo. Lo sé, sobre un eurodiputado de Italia o Alemania no subyace ninguna idea freudiana relacionada con un supuesto derecho de conquista. Y ésa es la clave, fans de Hernán Cortés.
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