Vampiros energéticos

Estimado, o no:

Admiro la capacidad que tenéis los de VOX para descubrir a los niños que no hablan castellano. Si redirigierais esa habilidad extrasensorial para averiguar cuántas cuentas tiene el campechano en Suiza, se acabaría antes el chiringuito de la monarquía (o no, porque de España me lo espero todo). En todo caso, felicidades. He estado este verano en Euskadi y puedo afirmar que el 90% de las conversaciones en bares, terrazas y comercios eran en castellano y que el 100% de las personas con las que me relacioné me hablaron en castellano y fueron extraordinariamente amables. No debo tener suerte o es que carezco de esas habilidades paranormales que comentaba antes.

De todas maneras, he elaborado ciertas teorías acerca del comportamiento de Julen con tus hijos. Recuerdo, por ejemplo, que en la biografía de Alfred Hitchcock se menciona el hecho de que el genial, aunque psicópata director de cine, fingía estar dormido cuando en las cenas de Hollywood le sentaban al lado de algún pesado. Quizás Julen percibió que tus hijos son un coñazo sideral. Que sí, que nuestros hijos nos parecen los mejores del mundo, pero cabe la posibilidad de que sean un rollo de tres pares de… melones.

Otra posible teoría es que, siendo su padre de VOX, quizás tus vástagos empezaron a despotricar contra homosexuales, inmigrantes o catalanes y el bueno de Julen les soltó algo en euskera para que le dejaran tranquilo. Porque, eso sí te digo, si Julen tiene un detector de fachas, siempre estará en mi equipo. Zorionak, Julen.

Estoy viendo una serie muy divertida de HBO que se llama “Lo que hacemos en las sombras”. Relata la vida de cuatro vampiros y un humano que viven en Staten Island. Pues bien, uno de ellos es un vampiro energético. En vez de chupar sangre, se alimenta de la energía de los demás. En lenguaje llano “es un pesado de la hostia”, el típico compañero de la oficina que te relata segundo a segundo su fin de semana o que se convierte en una Wikipedia con piernas en cuanto le dejas un poco de espacio. Así os veo a los muy españoles y mucho españoles. Sois unos vampiros energéticos. Nos chupáis la energía a los que queremos vivir tranquilos, sin imposiciones, sin gente tóxica, sin ofendiditos y sin patriotas (que siempre rima con idiotas). Os pasáis la vida diciendo que el castellano es la segunda lengua mundial y, al mismo tiempo, llenáis Twitter de mocos y lágrimas porque vuestros poderes extrasensoriales van a la caza de niños vascos o catalanes que no hablen castellano. Como decía ese: “un poquito de por favor”. Ya basta, ¿no? ¡Que sois unos pesados! ¡Que no os soporta ni vuestra madre! ¡Tened un poco de vida propia! ¡Disfrutad de las cosas! ¡Haced deporte! ¡Dedicad cierto tiempo al roce de cuerpos en busca del gozo sexual! ¡Y dejad a los demás, niños incluidos, que hablen como les salga de la punta del Aurresku! ¡Que me tenéis harto con vuestro supremacismo trasnochado! ¡Vampiros!

Es más que evidente que tu historia suena a fake pero, si aún así fuese cierta, ¿por qué no te metes en tus asuntos y dejas que los demás eduquen a sus hijos como quieran? ¿En qué extraño nanosegundo de tu vida has llegado a pensar que tus hijos son mejores que Julen? ¿Quién eres tú para juzgar a nadie y mucho menos a un niño? Por cierto, si Julen no sabe castellano y eso le impide ver TVE, Tele 5, Antena 3, Cuatro, La Sexta o 13TV o no le deja saber qué dicen El Mundo, El País, el ABC, Okdiario, El Confidencial, Crónica global o un partido como VOX, lo que sospecho es que será un ciudadano mucho más libre que tus hijos, que tienen un padre que es el viejo del visillo con Twitter.

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