
Estimado, o no, tipo que se esconde en Twitter bajo la identidad de un dibujo:
Me alegro que hayas reducido la bandera española a la categoría de pancarta. Este acto de realismo mágico me ha parecido muy acertado. De hecho, te animo a que continúes por esa vía. Lo próximo puede ser un folleto publicitario en el parabrisas de un Seat Panda, una fotocopia pegada en una farola al lado de la del Vidente Manolo o debajo de las tapas de los yoghourts. Vas muy bien por ese camino. Y es que, resignados a que la crisis sentimental provocada en el corazoncito muy español y mucho español por los habitantes del nordeste de la península, os lleve a poner banderas españolas hasta en los lugares más absurdos, todos los récords se pueden superar. Empezasteis con los estancos y podéis acabar colocando banderas españolas en los sex shops. Al fin y al cabo, entre la plurifelacióncampechana y la proliferación de banderas españolas, tampoco hay tanta diferencia.
Y ya que estamos con la famosa foto de la llegada de la vacuna, voy a aprovechar para hacerte unos cuantos comentarios que no te gustarán (de eso se trata). Me gustaría que observases cómo ha llegado la vacuna a Francia, a Bélgica, a Alemania y a España.

No hay que ser sociólogo para darse cuenta de que uno de estos países tiene un cierto problema de autoestima. ¿Sabes como cuando te deja la novia y te apuntas al gimnasio para ponerte cachas y, al menos, ser un abandonado con musculitos? Pues la cosa va un poco por ahí. La bandera es un placebo. Es la metadona de los muy españoles y mucho españoles. Y esta foto es también un reflejo de ese síndrome de apropiación de lo ajeno tan presente en la identidad española. La vacuna la fabrican otros pero, por arte de magia, ¡ya es española! Y así, cuando los niños y no tan niños vean la caja, creerán que la solución a la pandemia es española. ¿Brillante? No. Patético. En el siglo XX esta propaganda funcionaba pero ahora quiero creer que no es así. ¿O sí? ¿Somos todos tan gilipollas para creernos este rancio populismo nacionalista? No contestes ahora. Espera al próximo lanzamiento de paracaidistas contra farolas o a la presencia de humo en el cielo lanzado por pilotos daltónicos que pretenden formar la bandera española para sorpresa de los austríacos.

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