
Estimado, o no:
Veo que aún continúas con una foto de perfil que corresponde a un personaje que lucha contra un imperio, lo cual me lleva a pensar que no has aceptado mis consejos del post anterior en el que te explicaba que tú eres un soldado romano y no un héroe de la Galia. Por eso me atrevo a aconsejarte que jamás pruebes a darte un fuerte golpe con la cabeza en la pared para ver las estrellas como los romanos del cómic de Astérix. No lo hagas. En serio. Ni se te ocurra.
Quiero hacer también un comentario sobre ese jijijiji. Debes tener unos orgasmos muy divertidos. Y es que tu pareja debe pensar que eres Aznar en medio de una carcajada. ¿Has visto cómo se ríe el tipo? Parece un sapo politoxicómano con hipo.
Pero no estoy aquí para centrarme en tu desorientación narrativa en materia de cómic o en la expresión escrita de tus orgasmos. Quiero hablar del plural mayestático que empleas. A partir del siglo XII los monarcas empezaron a sustituir la primera persona del singular por la del plural en un intento de imitar a los papas. Y como no acabo de ver a un monarca o a un papa que escriba jijijijijiji en sus documentos, voy a echar mano del capítulo 1, temporada 1, de “Psicología básica en Mordor”, para comprender por qué empleas el plural mayestático. Lo usas porque quieres formar parte de algo y ese algo es la defensa de la sacrosanta unidad de España. Lo usas porque no quieres que tu vida sea la biografía del hombre invisible y sientes la necesidad de ser alguien en medio de un algo. Esa necesidad te lleva a hablar en nombre de otros. Sueltas expresiones como “no aceptamos” o “si lo hubiésemos aceptado” como si alguna neurona despistada te hiciese formar parte del equipo de Llarena que hizo el ridículo en Europa persiguiendo líderes independentistas. ¿Tan vacía está tu vida que necesitas creer que estuviste al lado de Llarena en una historia “bigger tan your life”? En eso no te diferencias de un aficionado al fútbol que, desde el sofá de su casa, con una cerveza en la mano, la caja vacía de pizza en una mesa, una mancha de tomate en su camiseta imperio y el televisor con el volumen en modo “que se joda el vecino” suelta un “hemos ganado”. ¿Hemos ganado? ¿Cuántos kilómetros has recorrido? ¡Si la única vez que has corrido en todo el partido ha sido cuando ha llamado el pizzero al portero automático!
Estoy en una edad en la que me empiezan a fastidiar los “otros”. Los “otros” son los que conducen por el carril central de la autopista porque deben pensar que es el alambre de un equilibrista, los que hablan en voz alta a través del móvil, los que siempre llegan tarde, los que si pudieran comprarse por lo que realmente valen y venderse por lo que creen que valen serían millonarios o los que evitan hablar en primera persona por váyase a saber qué extraña relación con el mundo. Porque los del plural mayestático no estáis solos. También están los que hablan en la tercera persona del singular con sus hijos: ya sabes que el papa siempre te dice que ordenes tu habitación, te cepilles los dientes y no juegues con el Satisfyer de la mama en la bañera para hacer burbujas.
En fin, amiguito del jijijijiji, quizás me equivoque pero creo que debemos pasar por la vida en modo primera persona del singular porque somos únicos e irrepetibles y, aunque en muchas ocasiones formemos parte de grupos, jamás debemos olvidar nuestro lugar en este extraño planeta. Al final, cuando eres de clase media o baja, no te has casado con un torero o no has tenido la suerte de que el espermatozoide de tu padre pertenezca a una saga de monarcas, es probable que tu vida se parezca a la biografía del hombre invisible. Eso sí, que las puertas automáticas del supermercado se sigan abriendo a nuestro paso es una gran victoria. Ups… he utilizado el plural mayestático. Llámalo conciencia de clase.
Por cierto, he buscado la bandera de España en el G8 y no la encuentro. ¿Sabes si se la ha llevado el VISAbuelo a Arabia Saudí o es que la importancia geopolítica de España es similar a la cultura del esfuerzo de Froilán?

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