20N: Día de lucha contra las hemorroides

Estimado, o no:

Voy a hacerte un retrospoiler. Lo sé, me he inventado la palabra, pero tú te has inventado una especie de Francolandia idílica y, en justa correspondencia, te devuelvo una invención. Un retrospoiler es como hacer un spoiler pero mirando al pasado. Vamos, que te voy a arruinar esa visión ambigua del dictador monotesticular. 

En primer lugar, déjame que te diga que has hecho una oda un tanto extraña que se podría aplicar, por ejemplo, a las hemorroides. “Buenas, malas… pero nuestras hemorroides”. No, majete, los dictadores, como las hemorroides, son chungos. No tienen nada bueno. Lo que sucede es que está demostrado que en España hay más gente a favor de los dictadores que de las hemorroides. Y aunque ambos conceptos afectan al mismo lugar y provocan sangre, yo prefiero vivir con hemorroides que con un dictador. Al menos hasta que se invente el Hemoal contra cualquier forma de fascismo.  

Ayer se cumplieron 45 años desde que el sociópata con voz de castrato anfetamínico dejara de tener cualquier posibilidad de matar a nadie. Y estoy a favor de que se conmemore ese hecho. Que un hijo de la grandísima puta pierda esa posibilidad, es algo que mejora el mundo. Bueno, si quieres nos ponemos en modo demagógico y hablamos de que la muerte de cualquier ser humano nos disminuye y bla, bla, bla… Pero es que siempre olvidamos un hecho muy importante: todos nos acabamos muriendo. Es algo comprobado científicamente. Aquí no hay terraplanismo posible. Nuestra existencia biológica puede cambiar en cuanto a la composición química de nuestro cuerpo y al hecho de que muertos olemos peor, pero que la muerte nos inhabilita para escuchar un disco de Pitingo, ponernos una mascarilla con la bandera española o pasar por el garrote vil a alguien, es irrefutable. Y el caso es que, cuando muere alguien que lo peor que ha hecho con su vida es escuchar a Pitingo o ponerse una mascarilla con la bandera española, parece inapropiado alegrarse de su muerte. Que nos caiga mal no debe provocar esos deseos más propios de psicópatas. Sin embargo, cuando ese tipo, en vida, no ha dudado un segundo en pasar por el garrote vil a tantísimas personas cuyo delito era tener otras opiniones, alegrarse por su muerte es un acto de dignidad y de supervivencia. Por eso, cada 20 de noviembre es bueno recordar que el mierdecilla fascista está muerto, podrido y enterrado. Y es bueno recordar que por mucho que unos desubicados emocionales griten “Viva Franco”, no lo va a hacer. Además, nada garantiza que como zombi vaya a ser mejor que como ser antropomórfico de voz aflautada con afición por los golpes de Estado. 

Por eso, desde este humilde blog, propongo que en España el 20 de noviembre sea considerado como Día de lucha contra las hemorroides. Ojalá así el país vecino de Catalunya empiece a hablar de temas más útiles y silencie los tuits de ambigüedad moral o directamente fascistas. 20 de noviembre: Día de lucha contra las hemorroides. Por una sociedad en la que sentarse no sea un suplicio pero, aún así, se levante para acabar con el fascismo que todavía hace tanto daño a ese país.  Ah, y viva la vida.

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