Estimado, o no, poeta ñordo:
no sé si estás delgado o gordo,
no sé si eres aguilucho o tordo,
pero recojo con alegría
tu reto de poesía.
Es el dedo un aliado
para el onanista precoz,
pasatiempo de verano,
explorar tu español ano.
Es ese fiel escudero
el dedo travieso,
que todo lo pone tieso
sobre todo a un torero.
Orificios hay unos cuantos:
la nariz, los oídos, la boca.
Pero al parecer te gusta
ese dedo que te toca.
Si tus falanges lo permiten,
prueba de tirar recto.
Por el ídem, llegarás
a un grueso intestino.
Y si ya no quieres más,
siempre te queda el vino.
Continúa el viaje
que te espera el delgado,
que no es un señor flaco
sino un intestino alargado.
Siete metros de placer
si tu dedo es hidráulico
como en la feria es
aquél toro mecánico.
Pasa entonces por el estómago
y remueve la morcilla.
Que a estas horas
ya no apetece Nocilla.
Del esófago a la boca
y vuelve a empezar de nuevo.
Gracias por tu tuit bicoca
porque me lo has puesto a huevo.
Y si te hago gritar pardiez,
estimado, o no, Diez Cuatro,
no me escribas con tu iPhone diez,
o te hago otro retrato.
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