Estimado, o no:
Cuando uno se hace preguntas erróneas es muy probable que las respuestas también lo sean. Y la tuya lo es. Quizás deberías hacerte otras preguntas antes para entender algo el funcionamiento de los procesos históricos y la adquisición de derechos colectivos. Por ejemplo, pregúntate por qué los derechos de los que gozas en la actualidad los han conseguido personas que han luchado por ellos, que han arriesgado en muchas ocasiones sus vidas y que han pensado mucho más en estrategias colaborativas que en atávicos egoísmos. Pregúntate también por qué, y parafraseando a Jonathan Swift, los necios tienen esa mala costumbre de conjurarse contra los genios. Porque muchas de esas personas sufrieron en sus carnes la intolerancia de opresores, aprovechados y tontos útiles varios. Y es que no hay nada más necio que ser un obrero de derechas o un africano de VOX.
Otras preguntas pasarían por saber por qué la sociedad es tan permisiva con los que nunca han movido un dedo por ella, con los que nunca han sido críticos con el sistema o con los que jamás han hecho una huelga en su puñetera vida. Porque, amigo, cuando es la hora de beneficiarse de las luchas colectivas son los primeros en apuntarse al carro pero, en su momento, bajaron la mirada, besaron la mano del patrón (y otras partes de su anatomía) y se arrodillaron por un “virgencita que me quede como estoy”.
En los libros de Historia podrás seguir las vidas de genios maltratados por necios: Martin Luther King, Rosa Parks, Gandhi, Emmeline Pankhurst, Nelson Mandela y tantos otros que desafiaron leyes, el establishment, la moral de la época o cualquiera de esas coartadas que han utilizado los poderes injustos para perpetuarse en el tiempo. Lo que no creo que se vea en los libros de Historia del futuro son los perfiles de Twitter de usuarios anónimos que se esconden en su cueva digital para insultar o para abrir el museo de chorradas. Los viejos del visillo, los cuñados, los loritos fieles del sistema serán condenados al olvido de una vida anodina, vacía y de torpeza social (aquí hay una broma privada que algunos entenderán).
Hacerse preguntas correctas o, incluso, tropezar cincuenta veces con las incorrectas para encontrar una útil, eso es la inteligencia. El aprendizaje se basa en el fracaso en primera instancia y, en el éxito, como su más natural consecuencia. Una, dos, tres, las veces que haga falta tenemos que fracasar para encontrar la solución. Malo será el sistema educativo que penalice el fracaso en exceso. Bueno será el que premie el riesgo. Y maravillosa será la sociedad que premie el mérito. Porque no se trata de tener todos los mismos derechos. Eso es falso. Yo no tengo derecho a quedarme embarazado, a ser guapo o a ser astrofísico si en mi vida he cogido un telescopio. Lo que hemos de exigir son igualdad de oportunidades, justicia, libertad, ser sujetos políticos cada día y no sólo cada cuatro años y que se respete aquello que hemos votado, sin secuestrar millones de votos. Y eso se consigue luchando, en la calle, en asociaciones, colectivamente o individualmente, pero con la idea de mejorar la sociedad, no de dar excusas a los que siempre han tenido el poder y no se quieren desprender de él. La Historia es una perpetua dialéctica entre opresores y oprimidos; entre progresistas y conservadores; entre desfavorecidos y poderosos; y también, entre genios… y necios.
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