Ráscate la uretra en Utrera @manuelaolmo

Estimada, o no:

Te prometo que cuando he leído tu biografía en Twitter me ha parecido entender que habías nacido en URETRA y no en UTRERA. Aunque, a juzgar por lo que escribes en tu dietario digital de donaciones a la biblioteca universal de la Humanidad, hubiese sido una posibilidad (lo sé… me he puesto muy pedante. Quería decir: a juzgar por tus escupitajos en forma de tuits). Aclarado el hecho de que no has nacido en la uretra de nadie, me sorprende tu autocalificación de “buena gente”. No seré yo quien te juzgue, aunque tampoco iría mal que alguien te leyera el Artículo 208 del Código Penal. Bueno… venga… te lo leo yo, pero porque me lo has pedido con esos ojitos de gato de Shrek:

Es injuria la acción o expresión que lesionan la dignidad de otra persona, menoscabando su fama o atentando contra su propia estimación.

Pero como sé que serás una niña buena, buena, buena, corramos un estúpido velo (o tupido) y centrémonos en el tema de esta cariñosa carta. Yo soy uno de esos “cabrones y descerebrados independentistas” que hacen huelga o que se manifiestan para exigir derechos. Nací con la manía de ser alguien en este mundo. No alguien importante, famoso, millonario y guapo, porque eso me lo paso por la uretra (sí, dice uretra y no Utrera). Yo lo que quiero es que el resto del mundo vea que tengo un cuerpo con bracitos, piernas y esas cosas que nos ponen a los humanos para que parezcamos humanos. Pero no sólo aspiro a que me distingan de un ornitorrinco o de un murciélago, aunque sea consciente de la existencia de personas a las que les cuesta obtener esta distinción (por cierto, ¿cómo vas de cara y de esas cosas de humanos?). Lo que aspiro es a tener más derechos por vivir en sociedad. No unos poquitos derechos y virgencita que me quede como estoy. Más derechos. No quiero migas. Quiero el trozo de pastel que me corresponde. ¿Sabes qué pasa? Por vivir en sociedad y concretamente en España, yo tengo obligaciones. Tengo que pagar impuestos, renovarme el DNI, aceptar la existencia de una policía que no ganará precisamente premios a la simpatía, ver cómo Pedro Sánchez colapsa la entrada de urgencias de un hospital, soportar las agresiones mediáticas diarias con forma de mentiras y tertulianos hipertensos en esa red de concordia universal que conforman los medios de comunicación españoles, asistir a la particular idea de democracia consistente en poder votar a candidatos que después me roba tu aparato represivo, ver lo mal que funciona “lejanías RENFE” en Catalunya, votar un Estatut que después me devuelven cepillado, apuntarme al club de los afectados por el déficit fiscal… Y no es divertido. No mola. KK. Pipí. Uretra. Ups… otra vez. No es divertido nacer catalán y que quieran imponerte una identidad que no reconoces como tuya, contribuir económicamente a una sociedad que te rechaza o leer grandes aportaciones a la filosofía aporellista como la tuya. No lo es. No es divertido pensar en que tu hija deberá soportar calificativos como catalufa por el hecho de ser catalana. No es divertido ser juzgado y sentenciado diariamente por la opinión pública y publicada. No lo es en absoluto.

Yo no nací independentista. Nací catalán, eso sí. Personas como tú me hicieron independentista. Políticos, periodistas y ciudadanos como tú provocaron que me replanteara mis objetivos vitales y mis esquemas mentales. Como en el final de “El club de los poetas muertos” me subí a la mesa, tuve una perspectiva diferente y decidí romper definitivamente con una sociedad que me expulsa cada día desde hace muchos años. Quizás me veas como un cabrón y como un descerebrado. No voy a demostrarte que no lo soy. A lo que sí me comprometo es a que me sigas viendo así el tiempo necesario hasta lograr la indiferencia mutua, que por tu parte será cuando dejes de berrear y te preocupes por los problemas de España, que son muchos más de los que imaginas. Tengo derechos. Tengo derecho a decir QUIERO SER CIUDADANO DE UN NUEVO ESTADO LLAMADO CATALUNYA. Y también tengo derecho a luchar para que esto sea una realidad en un futuro. ¿No te gusta? Te rascas la uretra en Utrera.

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