Estimado, o no:
Me encantaría saber quién eres pero, como tantos y tantos defensores de la unidad impuesta de la patria de las farolas inoportunas, prefieres mantenerte en el anonimato, no se vaya a desequilibrar tu mundo de valentías tuiteras. Está muy bien pasar por la vida sin arriesgar nada, mantenerse en la confortable invisibilidad, esconderse detrás del visillo de la ventana y correr al rincón oscuro del salón si cruzas la mirada con la realidad y te sientes amenazado. Me parece genial afirmar que no eres ni de izquierdas, ni de derechas. Cool! Además te declaras animalista. Es decir, que como no eres de izquierdas, ni de derechas, te da igual si se subvencionan los toros o la sanidad pública. Y lógicamente, te debe resultar indiferente si se subvenciona la sanidad pública o la privada. Ya que estamos, tú no eres ni de Marx, ni de Adam Smith. Eres de los Teletubbies, que son muy monos, se quieren un montón y les mola tanto la equidistancia que se cartean con Jordi Évole. Nunca han dicho que en su mundo de colores, afectos compartidos y afasias, sean de izquierdas o de derechas. Podrían trabajar en La Sexta. Eso sí, al final serán más parecidos a ti de lo que crees. De hecho, tú vives en una especie de metafórica bóveda bajo tierra como Tinky Winky o Laa-Laa. Por eso me encantaría ver tu cara redonda, con esos ojos abiertos y las pupilas dilatadas que tienen los Teletubbies cuando están de subidón farlopero.
En resumen, estimado o no, desconocido: la vida tiene muchas batallas que librar. Se libran contra las injusticias, contra aquellos que te dictan cómo debes pensar y que firman documentos por ti, contra los cobardes que corren al rincón oscuro en cuanto sienten miedo… Pero eso es precisamente lo maravilloso de la vida: la lucha infatigable por conseguir que las parcelas de libertad de nuestro cerebro sean cada vez más grandes, hasta que llegue un día en el que puedas dar la cara por ellas porque te sientes orgulloso de lo que has conseguido en medio de tanto caos. Un día en el que firmes lo que escribes, grites ante quien sea, seas tu propia voz y tu propio rostro. Qué maravilloso regalo es viajar con poco equipaje porque, aunque resulte paradójico, ser uno mismo pesa bastante menos que no ser nadie.
Por cierto, afirmas en Twitter que no quiero debatir contigo. Es cierto, tampoco lo hago con el papel higiénico pero eso no significa que no sea útil. Tus tuits lo son para este blog y con idéntica función.
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