Alejo, de ti me alejo y si quieres cirugía empieza por tu pellejo

alejo

Estimado, o no, Alejo:

Uno de los personajes más brillantes paridos por la imaginación de Kubrick e interpretado magistralmente por Peter Sellers es el de Dr. Strangelove, gran naming para un personaje, por cierto. Clavado en su silla de ruedas y en medio de las convulsiones de un brazo con vida propia, su delirio apocalíptico va gestándose hasta que el final se levanta invadido por la euforia. Cuando se da cuenta de que puede mover sus piernas, grita: ¡Mein Führer, puedo caminar! Preciosa metáfora de la ultraderecha.

Hasta ahora estabais muy calladitos, con vuestras cositas, vuestros chanchullitos, vuestros amigotes, vuestras cadenas radiofónicas episcopales y en la sombra calentita del deep state. Con la foto de Franco, las postales de José Antonio, los toros, los pelotazos urbanísticos y el palco del Bernabéu vivíais en una perfecta zona de confort. ETA afortunadamente no mataba, no os sentíais amenazados, Aznar inflamaba los sentimientos patrios con su bigote de fibra óptica y el cortijo rojigualda brillaba hasta en las Azores. Precioso. Sólo faltaba una Julie Andrews cantando y saltando por las praderas fachas de la geografía ibérica, entre rotondas horteras y tramas de corrupción. Pero las sonrisas se tornaron lágrimas. Los catalanes, anclados en nuestro seny, en nuestro “no parlis per no molestar”, en el putarramonisme y la botigueta, de repente dijimos que hasta aquí habíamos llegado. Y se encendieron las alarmas. No en un inicio, porque la inercia de los culos pegados en los sillones es, esa, quedarse pegados en los sillones. Y cuando tienes los bolsillos llenos, el Congreso y el Senado llenos, la barriguita llena, y Llarena, que rima con hiena, todo parece muy fácil. Pero, ay, amigo. Que esto va en serio. Que los indepes llenamos las calles, salimos en portadas internacionales y hablamos de cosas raras como libertad, derecho de autodeterminación, un Estado nuevo, una república y un proceso constituyente. ¡Meeeeec! Suena la fachalarma. ¡A por ellos! Y el culo se mueve con dificultad del sillón de terciopelo, y las hemorroides respiran por fin, y las falanges y falangitas de manos arrugadas se ponen en acción, y las pollaviejas pecosas y fláccidas reclaman su espacio público. ¡Trifachito! ¡Trifachito! ¡Mi reino por un trifachito!

Mira, Alejo, como me gusta la rima

y me produces grima,

te lo diré en verso,

que en oro vale su peso.

Alejo, de ti me alejo

y si quieres cirugía

empieza por tu pellejo.

Que uno ya está viejo

para soportarte, Alejo.

No necesito de ti nada,

Strangelove de pacotilla.

Que te limpies la babilla

de tu barbilla ajada.

No salives demasiado

que la bilis es dañina.

Hoy estás en una orgía

y mañana ni se empina.

Te lo digo otra vez, Alejo:

que yo de ti me alejo,

de España y sus miserias,

de sus neuras y patrañas,

y si no te gusta, Alejo,

et fots i balles, viejo.

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