Carta a Carmen Maura

carmen

Estimada, o no, Carmen:

Llevo toda la mañana actualizando la aplicación del banco y todavía no he recibido tu transferencia. ¿Qué concepto has puesto? ¿Mira tu DNI? ¿Y lo de Pujol, qué? ¿Toma polaco de mierda, aquí tienes tu pasta? No tardes. Si me olvido el móvil en el despacho y estoy en la piscina climatizada tengo que recorrer trescientos metros para comprobar mi cuenta corriente. Eso si estoy en la piscina. Si me pilla en el gimnasio de 400 m2 que tengo en el fondo de mi jardín de cinco hectáreas, el tema se complica. Tengo que avisar a cualquiera de mis diez mayordomos y ya pierdo unos minutos valiosos. Para empezar se lo debo decir a mi coach de Pilates, éste se lo tiene que transmitir al vigilante de jardín, después debe recibir la información el ama de llaves y, con suerte, estará libre mi psicoanalista de guardia que, finalmente, avisará a algún mayordomo que no esté abrillantando mis Ferraris. Un rollo, vamos.

Como todo el mundo sabe, los catalanes no pagamos impuestos. Por eso queremos independizarnos. Nos da pena por los españoles, sobre todo por los que viven en el extranjero o tienen cuentas en Suiza. Ya se sabe que aquí llega la ministra de Hacienda y en cuanto le amenazamos con hacer sonar una gralla, ponernos camisetas de colores para organizar manis o montar la Asociación de protección al Contenedor, se acojona y no nos pide dinero. Eso sí, en el supuesto caso de que yo pagara el IRPF, el IVA, el IBI y todas esas minucias que pagáis los de la pulserita, me encantaría poder contribuir con impuestos a los ochenta y pico millones de euros que el ICAA dedica a subvenciones para que tú puedas hacer películas, y si puede ser con Almodóvar, mejor. Echo de menos los tiempos en los que Toni Cantó hacía de travesti.

Si es que soy independentista por vicio. Lo sé. No tengo nada más que hacer que quejarme todo el día. Y eso que España es la Disneylandia del sur de Europa. Diversión no falta. Y animales que hablan, tampoco. Mi vicio sería contribuir con mis impuestos a estaciones de AVE vacías o ERE’s ficticios, para así dejar que las cercanías se muriesen poco a poco. Eso mola. ¿Te imaginas que los catalanes pagásemos impuestos al Estado español? Ya no nos sobraría el dinero. Qué tristes son ahora las urgencias de los hospitales, semivacías ante el exceso de camas y médicos. Porque como no pagamos impuestos, el Estado decide que lo mejor es llenarnos el bolsillo. Es tan generoso que hasta sabe mal.

Bueno, Carmen, seguiré mirando mi cuenta corriente. Le he puesto el ojo a una isla en el Caribe que me quiero comprar. Tengo miedo a que algún catalán del Raval o de Nou Barris me la quite. Si es que se nos sale la pasta por la barretina. Perdona, te dejo. Mi cocinero me pregunta si hoy quiero caviar o marisco. Una última cosa: intenta no ponerte muy negra porque ya sabes cómo son los de VOX.

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