Estimado, o no:
Así empieza todo. Todo empieza negando las palabras. Palabras que se encadenan a las ideas, a los pensamientos, a los sentimientos. Sentimientos que se expresan en lazos amarillos, pancartas o gritos en manifestaciones. Manifestaciones que se tornan invisibles en los informativos. Informativos que no siempre acercan realidades. Realidades que necesitan ser expresadas cuando empieza todo. Todo empieza negando las palabras.
Llevo tiempo pensando que la confusión nacional no procede de su modelo político, económico o territorial. La confusión nacional es el debate sobre la libertad de expresión. No se entiende. Es un concepto que queda muy bien en una Constitución pero que no se acaba de comprender en su máximo nivel. El artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos establece que “todos tienen derecho a la libertad de opinión y expresión; este derecho incluye la libertad de mantener opiniones sin interferencia y de buscar, recibir e impartir información e ideas a través de cualquier medio y sin importar las fronteras”. En la Declaración de Principios de la Cumbre Mundial sobre la Sociedad de la Información (CMSI) adoptada en 2003 se dice que “la comunicación es un proceso social fundamental, una necesidad humana básica y la base de toda organización social. Es central para la sociedad de la información. Todos, en todas partes, deberían tener la oportunidad de participar y nadie debería ser excluido de los beneficios de las ofertas de la sociedad de la información”. Queda claro, ¿no? Todas las personas, independientemente de nuestro origen, género, nivel socioeconómico, edad y otras consideraciones tenemos derecho a expresarnos utilizando cualquier medio. Eso significa que cualquier persona puede crear un blog, grabar vídeos y colgarlos en YouTube, escribir libros, pintar cuadros, componer canciones o mostrar pancartas en la calle, en su balcón o en un campo de fútbol. Por eso, cuando vi a Inés Arrimadas y a Albert Rivera quitando lazos amarillos, realmente me di cuenta de que no tienen ni la más remota idea de lo que es la libertad de expresión. Censurar la libertad de expresión de otros no es libertad de expresión, es censurar la opinión de otros. La libertad de expresión sería, por ejemplo, colgar un lazo rojigualda al lado de uno amarillo. Eso sí es libertad de expresión.
Lo que sucede es que la verdad duele. Debe provocar cierto estado de incomodidad que te recuerden que en tu país hay presos políticos. ¿Te fastidia que te lo recuerden y que en el extranjero lo sepan? A mí me fastidia la existencia de presos políticos. Por eso protesto, me expreso, escribo, hablo o grito si hace falta. Para que me oigas. Para que sepas que existo, aunque no te guste. Para que otros me escuchen. Porque así empieza todo. Todo empieza con un padre que no deja hablar a su hijo. Todo empieza con alguien que le tapa la boca a su pareja. Todo empieza cuando en un país se cierran medios de comunicación o páginas web, cuando determinados reportajes no se emiten, cuando determinadas noticias que perjudican a los anunciantes no se difunden. Todo empieza cuando el pueblo dimite en el control al poder. Todo empieza cuando el poder limita la libertad de expresión. Todo empieza con el silencio. Así empieza todo.
Por cierto, respecto a tu pregunta: sí, se puede emitir. Por supuesto. Nada más faltaría. La pregunta era fácil. Además, estoy convencido de que si la pancarta hubiese llevado la bandera de Venezuela, no hubieses protestado. Lo curioso es que, sin incluir ninguna referencia a España, te hayas sentido aludido. Gracias, Freud.
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