Bien hallado, o no:
No te escribo desde los Campos del Pelennor, ni desde la Tierra Media donde habitan los sueños proféticos de viejos dioses. Lo hago desde Catalonia, lugar de paso de Hobbits con maletas y sandalias con calcetines, punto de encuentro de Maias y Elfos que, avistando los cielos, cantan el Cara al Sol en cuanto sufren de celos.
Nos maldijeron y nosotros lloramos. Lloramos por vernos tan solos. ¡Son unos pícaros tunantes! Ya estén a las órdenes de Bárbol o de Rajoy, señor de los lapsus linguae, son unos maestros del engaño. ¡Tunantes sin decoro! ¡Herejes! ¡Bribones! ¡Arrepentíos señores de la infamia que, más allá de los mágicos hechizos de brujos constitucionales, no dais tregua a la imposición con forma de recurso al tribunal que maldice desde la capital!
Un trecho largo nos queda. Atravesaremos la noche más oscura, los días de calor extremo, inviernos, veranos pero, al final, hallaremos el tesoro del referéndum con forma de atávico deseo. Y lo haremos, Lion, guarda vigilante de los valores patrios, vigía de un franquismo que se escapa del acecho de una democracia que no lo es. Paciencia, porque aunque tanto tú como yo parezca que nos hemos comido a Tolkien y nos esté repitiendo, pongo a Dios por testigo que en Catalonia reinará el humor. Voto a Brios, aunque no sé quién es, pero lo haré si me promete urnas del cristal más puro del reino de Mordor. Y aunque el trecho sea estrecho y me invente rimas miserables, para hacer esta misiva más afable, yo te digo que el catalán es loable, lo hable quien lo hable, como afirmó un sabio maestro cuando en realidad hablaba del bable.
En resumen, Lion, al que se le ha atragantado El señor de los anillos o algún juego de rol, prefiero ser un secesionista hereje que bailar el aserejé y creer que ser español es lo mejor aunque Catalunya te deje. Porque cuando el orgullo se mezcla con la pedantería, pocas bromas nos esperan, sólo la triste estela de un bajel pirata llamado por su bravura el Temido, que de Tolkien me he pasado a José de Espronceda, no he hecho un stop y tampoco un ceda. Vaya lío que he tenido con tu manera de hablar. Sólo me queda en infinitivo volver a rimar.
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