Conozco un país en el que los imbéciles son admirados, elevados a la categoría de celebridades. Los imbéciles se han ido adueñando de las diferentes formas de poder de una manera sutil, casi imperceptible en medio de tanto ruido. Sin embargo, los imbéciles han logrado el mayor de sus triunfos: que lo que antes se presumía como grave, ahora parezca algo sin importancia. Es una estrategia que los imbéciles saben desarrollar muy bien. Construyen relatos con precisión de cirujano para inocular en el inconsciente colectivo que la culpa siempre es de los demás; que ellos son las víctimas; que tú, pobre ciudadano, no sabes nada porque ellos ya lo saben por ti.
Los imbéciles llevan años filtrándose en todos los estamentos. Sólo se relacionan entre ellos, haciéndose favores, debiéndose favores, tejiendo redes de influencia en un club cerrado para aquellos que no quieran comportarse como imbéciles.
Nunca los imbéciles habían logrado tanta notoriedad. Nunca los imbéciles habían arrinconado tanto la genialidad para que te olvides de que la inteligencia fue lo que hizo progresar aquel país.
Conozco un país en el que los imbéciles toman decisiones. Y lo hacen sin importarles sus consecuencias más graves. Sólo piensan en su club de imbéciles, en el que todos dependen de todos porque todos se necesitan, en el que nadie habla mal de otro imbécil porque todos saben cosas con las que poder chantajear. Los imbéciles se detestan entre ellos pero su presencia es un mal menor en su paisaje diario ya que todos los imbéciles necesitan a otro imbécil cerca cuando se trata de sobrevivir.
Y están los micrófonos ocultos que los imbéciles esconden para poner contra las cuerdas a otros imbéciles. En aquel país algunos imbéciles tienen fecha de caducidad. Cuando los favores no se devuelven o cuando, simplemente, se trata de derrotar al adversario, los imbéciles actúan con tácticas mafiosas. Con mayor o menor destreza intentan los imbéciles perpetuar su influencia fagocitando a otros imbéciles o destruyendo la inteligencia de aquellos que se niegan a entrar en su club de imbéciles.
Conozco un país de imbéciles que luchan por imponerse.
You must be logged in to post a comment.