Estimado, o no, Albert:
Vivimos unos tiempos extraños, ciertamente. Es como si todos nosotros alternáramos cada día dos estados mentales y dos existencias totalmente diferentes. Por una parte está la realidad real (y perdona la aparente redundancia). En la realidad real nacemos, respiramos, comemos, vemos cómo sale el sol cada día, nos mojamos cuando llueve, nos reímos si algo nos hace gracia, lloramos, tenemos miedo, nos enamoramos, crecemos y un día desaparecemos, con mayor o menor discreción. Pero hay otra realidad, la ficticia. La realidad ficticia es un invento que nos consuela de los fracasos de la realidad real. Allí habitan nuestros naufragios, las derrotas que maquillamos con grandes dosis de imaginación. Encontramos consuelo en esta realidad ficticia que nos protege de aquello que no hemos podido ser o de aquello cuya existencia negamos en la realidad real. Y éste es un terreno abonado para los políticos mentirosos.
Mentir no es escribir ficción para construir modelos que permitan entender la realidad real desde otras perspectivas. Dedicar tu tiempo a la literatura, al cine o al teatro no te convierte en un mentiroso porque el pacto ficcional está muy claro desde el principio. El lector o el espectador ya sabe que lo que va a leer o que lo que va a ver es mentira. El problema de la mentira es quién la usa, qué confianza ha construido a su alrededor y por qué traiciona esa confianza. En este caso, tú has actuado como un mentiroso. Claramente, sin coartadas, sin excusas. Porque cuando un político plantea en campaña electoral la distopía lingüística de que en Catalunya uno debe “partirse la cara” por hablar en castellano, está mintiendo. Está construyendo en el imaginario colectivo la realidad ficticia de que el castellano está perseguido como, por ejemplo, lo estuvo el catalán durante el franquismo. Y eso, para alguien que pretende sentarse en el Congreso de los Diputados, representando al electorado catalán, debería estar vetado.
El problema es que, como te decía al principio, vivimos unos tiempos extraños. Nos hemos acostumbrado a la mentira, la hemos interiorizado tanto en nuestros espacios mentales que el umbral moral del dolor nos ha sobrepasado. Todo vale. La mentira se ha colado en nuestra forma de vida como en su momento se coló la posibilidad de ser libres. Pero quedó en eso, en una posibilidad. Porque cuando permitimos que la clase política se convierta en una fábrica de mentiras, perdemos de alguna manera la opción de ser libres.
The invention of lying es una película americana de 2009, escrita y dirigida por Ricky Gervais y Matthew Robinson. El largometraje plantea la existencia de una realidad alternativa en la que nadie miente, ni ha mentido jamás. No estaría mal que fueses cogiendo ideas.
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