Estimado, o no, Pablo:
Como el tuit que has colgado no tiene nada que ver con Venezuela, sino que se trata de una revuelta del 2015 en el Congo, he decidido ayudarte para que no vuelvas a meter la pata. Y es que estoy A FAVOR de que no te conviertas en un troll pagado con dinero público. Por eso te advierto que, si un amigo te hace llegar las siguientes imágenes, no tengas la tentación de hacer demagogia utilizando a Venezuela de gancho.
No se trata de un barco venezolano que se hunde por falta de mantenimiento.
No es un dron venezolano que se incendia por un mal diseño.
No es una imagen del ejército venezolano reprimiendo a la población.
Ups, ésta se me ha colado. Pero no es de Venezuela sino de un país un poco más cercano. Se trata de una performance que denuncia la represión policial.
Qué obsesión con Venezuela, ¿no? Que no sea porque otro famoso político obsesionado con Venezuela la utiliza de ejemplo de todo lo bueno. Al final resultará que la política trata de personas que ponen en marcha sus neurosis para construir relatos de consumo público. Como en una película de Woody Allen pero con bastante menos gracia. Ya lo dijo el gran genio neoyorquino: la vocación del político de carrera es hacer de cada solución un problema.
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