Estimado, o no, Eduardo:
Hay una frase que se repite especialmente desde 2010 que me provoca una enorme carcajada interior: “es mucho más lo que nos une que lo que nos separa”. ¡¡¡Ja, ja, ja!!! Perdón… necesito unos segundos de descanso… ya está. No… espera… ¡¡¡Ja, ja, ja… ja!!! Ahora sí.
¿Es mucho más lo que nos une que lo que nos separa? Hombre… depende, ¿no? Si estos Teletubbies de la concordia universal se refieren a que a los catalanes nos unen a personajes como tú conceptos como que todos tenemos un hígado, un páncreas y una vesícula biliar, la respuesta es sí. Tenemos ADN humano, necesitamos oxígeno y agua para vivir y, de vez en cuando, nos dejamos llevar por el incontrolable vicio de alimentarnos. Cierto, te miro y me recuerdas a un ser humano. Quizá no ganes el premio a Mister Simpatía por ese rictus de permanente dolor de próstata que exteriorizas pero creo que sí, efectivamente, naciste con forma humana. En consecuencia, hay conceptos que nos unen. Pero, ya está. Se acabó. No hay mucho más en el disco duro.
Yo, Eduardo, no quiero tener nada que ver contigo. Yo no quiero compartir el mismo DNI que tú, ni las mismas instituciones, ni la misma manera de contemplar las relaciones humanas. Así de simple. Me da igual si crees que el falangismo es una ideología, una religión, una secta o una marca de supositorios (aunque, si fuera por mí fuera, te lo podrías aplicar por el mismo conducto). Me da igual si te consideras un elegido, un salvapatrias o la reencarnación de José Antonio Primo de Rivera. Me da igual si dedicaste los años en la Facultad de Periodismo a imaginar que la profesión que has elegido permite hacer del insulto un dogma. Y es que leer tu biografía en la Wikipedia es entrar en el oscuro mundo de la mente humana:
Vinculado por ciertos sectores de la prensa a posturas ultraderechistas, García Serrano ha protagonizado varios episodios polémicos a lo largo de sus intervenciones en los medios. En junio de 2006, calificó como “maricona vieja” al escritor Antonio Gala, en respuesta a un artículo de éste sobre las víctimas del terrorismo. En una línea similar, también en 2006, definió como “maricón” al político socialista Pedro Zerolo, al recriminarle su actitud en política internacional, lo que le valió la calificación de homófobo por parte de algunos medios de prensa.
En junio de 2010, protagonizó una de sus apariciones más sonadas cuando, durante el programa de Intereconomía TV El gato al agua, llamó “guarra”, “puerca” y “zorra” a la entonces consejera de Sanidad de la Generalidad de Cataluña, Marina Geli, al analizar la campaña de educación sexual que llevaba a cabo la Consejería que dirigía ésta. Días más tarde, y tras anunciar Geli que emprendería acciones por vía penal, García Serrano pidió públicamente excusas, retractándose de los insultos proferidos. Por estos hechos fue condenado junto a la cadena por el juzgado penal número 20 de Madrid al pago de 21.000 euros, por un delito de injurias graves con publicidad.
Otras polémicas declaraciones han sido el menosprecio y la banalidad con las que trató el tema del desastre del Prestige o los recurrentes insultos y salidas de tono respecto a la calidad de la cultura audiovisual española (series de ficción, cine, etc).
En serio, Eduardo, a tu lado Patrick Bateman es un colegial con ligeros problemas de autoestima.
Sospecho que tienes a una legión de admiradores que te empujan, entre vapores de vino tinto y aromas de morcilla de cebolla, a que continúes con esa misión estructurada en torno a la falacia de que “es mucho más lo que nos une que lo que nos separa”. Pero… no. Absolutamente, no. No parece ser mucho más lo que nos une que lo que nos separa. Porque, más allá del hígado, del páncreas y de la vesícula biliar, no hay nada que me una a esa concepción de la vida. Nada. Ya sé que en España la inmensa mayoría de personas también se avergüenzan de personajes como tú pero es que el silencio es cómplice. La pasividad con la que se reacciona a la institucionalización del insulto y a la propagación del odio les hace también responsables de la crispación.
Sólo me reconforta la idea de que no pareces un tipo feliz. Mirarse cada día al espejo debe ser para ti una actividad dura. Si en algún breve instante de clarividencia tienes la fugaz sensación de que debes convivir con ese odio recorriéndote las venas y de que la felicidad te está negada… no sé, Eduardo… Debe ser realmente complicado vivir así.
You must be logged in to post a comment.