Voy a fundar un partido político

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Me llamo __________________ y voy a fundar un partido político. He dejado un espacio en blanco para que lo rellenes con el nombre que quieras. De hecho, podrías ser tú mismo. En el fondo se trata de buscar votantes. Ya sé que no es fácil pero, en estos tiempos de crisis, cualquier alternativa suena bien. Cuando se le tenga que poner letra a la música… con suerte ya estaré en el poder. O no, pero a lo mejor te piensas que lo hago por amor a la patria. _________________ Dejo este espacio en blanco para que pongas el emoticono de la caca con ojos.

Para empezar, debo encontrarle un buen nombre. “Popular” funcionaba bien hasta que llegaron ellos. Procede de la palabra pueblo y somos la mayoría. No hay duda. No se equivocaron. Tenía mercado. Después el tiempo demostró lo que han pervertido el adjetivo. “Socialista” también era apropiado. Social… Sociedad… Socialismo… Durante un tiempo funcionó bien pero ahora ya nadie sabe qué es el socialismo. “Comunista” es el peor branding posible. Después de la caída del muro, a ver quién es el guapo que convence a sus votantes diciendo que eres comunista. Es como proponer a Bertín Osborne como cabeza de cartel del Sónar. “Podemos” ya está cogido. ¿Que es un plagio del “Yes, we can” de Obama? Ya, pero la pregunta en realidad es “who the fuck is Obama?”. ¿Que después seguramente no podrán? Ya, pero la política es como el sexo: dura lo que dura, dura. Por lo tanto, no puedo utilizar “Podemos”. En fin, tengo serias dudas para escoger un nombre. Al final será algo que utilice palabras como unión, progreso, democracia, alianza, juntos pero no revueltos…

La siguiente fase en la creación de un partido político es asegurar que no eres ni de izquierdas, ni de derechas. Haces uso del onanismo intelectual para convencer a la gente de que esa dialéctica ya no existe y que tú, como visionario venido directamente del futuro, eres la solución a todos sus problemas. En todo caso, si te entrevista Ana Pastor, siempre puedes decir que eres de centro. Como nadie tiene ni puñetera idea de lo que significa ya tienes el posicionamiento ideológico ganado. Eso sí, si te entrevista Ana Pastor y te hace preguntas del tipo: ¿cree en la libertad de los mercados?, ¿qué tipo de impuestos modificará, los directos o los indirectos?, o ¿es sostenible el sistema de pensiones?, lo mejor que puedes hacer es sonreír y salirte por la tangente hablando de algún libro de Noam Chomsky o de Adam Smith. Bueno… mejor de los dos.

Tercera fase: construcción del malo. Todo partido político necesita un malo muy malo sobre el que construir su discurso. En cierta manera, es como un detergente. Si quieres vender tu producto, debes meterle en la cabeza a la gente que limpia las manchas de chocolate, de café o de tomate. Hay un malo, muy malo, que ya lo tengo seguro: los catalanes, en tanto ente abstracto que quiere destruir la unidad de España. El resto aún lo tengo por decidir, depende de lo rica que se sienta la gente. El enemigo interior (o exterior) debe aunar los suficientes odios para que funcione y el suficiente peligro para que desequilibre el statu quo de todas las capas sociales. Al final, es como una película de James Bond. Necesitas un malo. Eso sí, si no sabes a quién escoger, siempre está Javier Bardem.

La última fase antes de fundar mi partido político es convertirme en tertuliano. Seguramente es la más complicada ya que el mercado está muy disputado. He olvidado decir que soy guapo y hablo bien. Eso ayuda, ¿no?

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